De tienda a consulta



"Si quieres saber hacia dónde vas, mira de dónde vienes"
(Empieza a leer por el final)

Año 2008- Al día de hoy

Con la apertura de Ortogrami, mi consulta de ortopedia, pongo en marcha la visita ortoprotésica desde la pedagogía humanista e integral, bajo el paradigma de la Relación de Ayuda: El Proceso Ortoprotésico Centrado en la Persona.
Mi atención, como técnico ortoprotésico humanista, la centro en las necesidades globales de la persona, asumiendo que el cliente acude a la ortopedia con una dificultad física, de movilidad, que influye en el resto de dimensiones de sí misma: a nivel emocional, a nivel social y relacional, a nivel cognitivo y a nivel no-ético. La vivencia del uso del producto ( la ayuda técnica, ortesis y prótesis) también va a influir en la persona, en su globalidad.
El camino andado desde el concepto de tienda hacia el concepto de consulta es un proceso de transformación personal y profesional. El resultado lo considero como experimentar una forma de entender la vida, una manera de ver a la persona, al ser humano, más allá del producto ortoprotésico y a la vez en relación con este mismo producto de ortopedia.


Año 2003

Reinicio mi actividad profesional en un centro de ortopedia para retomar el contacto con los pacientes, aplicar los conocimientos aprendidos y seguir mi investigación.
En esta nueva temporada continúo estudiando autores y obras sobre la autoobservación y el autoconocimiento que me llevan a desarrollar mi autoconciencia. A raíz de estos estudios y prácticas, mi conciencia se despierta y observo que cuando yo estoy en un estado de ánimo determinado influyo en la forma en que atiendo al paciente: si mi estado de ánimo es negativo, por cualquier motivo personal, mi intervención profesional se deteriora y la relación con el
paciente no es efectiva.

Mi actuación profesional es mucho más consciente en relación a mi misma. Observo que mis emociones juegan un papel fundamental en mi persona como profesional e inicio la búsqueda de textos para empezar a formarme en el campo emocional.
Llegado mi camino profesional hasta este punto, vislumbro cómo la pedagogía puede ser aplicada a la ortopedia en beneficio de ésta última:

•El desarrollo emocional del profesional de la ortopedia.
  •La educación emocional del paciente usuario de un elemento ortopédico.
  •La reconversión de un espacio establecimiento/comercio en un espacio de Relación de      Ayuda.

Este descubrimiento me motiva a formarme en el postgrado de Educación Emocional de la UB y más tarde, en el Máster de Relación de Ayuda Terapéutica y poder llegar a crear el cómo, el desarrollo práctico de la creación de un espacio de relación de ayuda entre el ortopédico y el paciente.

Año 2001

Cesé mi actividad profesional en el centro de ortopedia por incompatibilidad de enfoque profesional con el equipo. Decidí vivir un año sabático y dedicarme a estudiar a fondo en dirección al desarrollo de la autonomía personal de las personas con movilidad reducida desde un punto de vista integral y holístico. Inicié el master de Sofrología, descubrí autores como Carl Rogers, Maslou, Carkhuff, Seligman, Erich Fromm,…El estudio de sus obras y el espacio de tiempo contemplativo me facilitaron la creación de mi propia concepción de la persona, paso previo para construir el cómo yo quiero trabajar para ella y con ella: ¡Qué veo cuando miro a una persona! ¡Qué quiero ver cuando la miro! Y en función de ello ¡Cómo quiero y puedo interactuar con ella desde mi profesión (¿ortopedagogía?)! Fui dando forma a un marco de actuación humanista en el proceso ortoprotésico.

Año 1998


Finalizada la Licenciatura de Pedagogía Terapéutica y con más de cuatro años de experiencia en el campo de la ortopedia, inicié el módulo profesional de Técnico Superior en Ortoprotésica en la escuela Ramón y Cajal de Barcelona con la esperanza de que en la escuela de ortopedia recibiría una formación y unos recursos que me permitiesen contrastar mis ideas y me orientasen en la concreción de mis investigaciones en el ámbito de la pedagogía aplicada a la ortopedia.
En los dos años cursados pude ver que la óptica del técnico ortoprotésico está centrada en el producto y pude tomar conciencia de que mi perspectiva estaba centrada en el paciente: mis ideas pedagógicas, expuestas en clase, fueron rechazadas por una visión mecánica centrada en el conocimiento, mejora técnica y venta del producto.
Mis ideas psicopedagógicas en el ámbito de la ortopedia habían tomado forma en todos estos años: los elementos de ortopedia tienen como objetivo final la mejora de la autonomía personal del paciente, pero sólo son efectivos en este proceso si la persona usuaria mantiene una actitud positiva ante el uso de los mismos. Sabía que este era el camino que debía seguir.

Año 1994


En el último año de carrera, estando aún en plantilla del centro ortopédico, participé en el curso FIL (Formación para la Integración Laboral) que organizaba la propia Universidad de Barcelona. Uno de los objetivos se dirigía hacia el descubrimiento de nuevas áreas profesionales en las que la pedagogía pudiese tener aplicación. Este curso me motivó a realizar un esbozo, una primera aproximación teórica, de cómo la pedagogía aplicada en el campo de la ortopedia podía aportar una mejora a nivel de la atención al paciente.
Presenté mi propuesta a la persona responsable del centro ortopédico quien mantuvo una posición contraria a mi idea: consideraba que me vería obligada a dedicar mucho tiempo al paciente y no era rentable a corto plazo. Desde su punto de vista, la rentabilidad estaba centrada en la fabricación y la venta de los productos y era la actividad a la que yo debía dedicar mi tiempo profesional.
A pesar de la negación jerárquica y al sentir la pedagogía como una filosofía de vida, de forma asistemática empecé a incorporar elementos de acción pedagógica esporádicos en las visitas con los clientes, llevados desde la intuición más que desde la previsión: anotaciones a modo de diario de observaciones, atención activa, muestra de interés por las experiencias vividas,… Este trabajo nunca fue compartido con el resto de los compañeros.

Año 1993


Dos años antes de finalizar la carrera de Pedagogía Terapéutica, entré a formar parte de la plantilla laboral de un centro de ortopedia en Barcelona. El objetivo de trabajar en este ámbito, en ese momento de mi vida, era económico: ganar dinero para costearme los gastos de la universidad. Lo consideraba un trabajo temporal.
La experiencia diaria de la relación directa con el cliente me llevó a intuir que en el campo del gabinete de ortopedia la pedagogía podía jugar un papel importante, aunque en esos momentos no vislumbraba el proceso metodológico para ponerlo en práctica.